El Triunfo de las donas de Juan Rodríguez del Padrón

  1. Pampín Barral, Mercedes
Dirixida por:
  1. Carmen Parrilla García Director

Universidade de defensa: Universidade da Coruña

Fecha de defensa: 06 de febreiro de 2004

Tribunal:
  1. Alan D. Deyermond Presidente/a
  2. Antonio Chas Aguión Secretario
  3. Eukene Lacarra Lanz Vogal
  4. Miguel Ángel Pérez Priego Vogal
  5. Cleofé Tato García Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 106472 DIALNET

Resumo

La vida del gallego Juan Rodríguez del Padrón, que se estudia en el capitulo I, se desarrolló, casi en su totalidad, bajo el reinado de Juan II de Castilla (1406-1454) lo que le permitió ser testigo de la transformación de la lujosa corte Trastamara en un nuevo centro del debate literario en torno a la mujer. El capitulo II se ocupa de la exposición del fundamento teórico de este debate, dando cuenta de principios, procedimientos y técnicas de la disputatio escolástica. A este componente teórico se suma el carácter práctico y explicativo de los dos polos de la polémica, encarnados en dos bandos contrarios y ofensores del género femenino y otros el de defensores. Juan Rodríguez del Padrón toma parte activa en esta disputa al componer el Triunfo de las donas entre 1438 y 1441. El autor confía la defensa de las donas a una ninfa-fuente, Cardiana, que tras presentar las cuatro razones naturales por las que las mujeres merecen mayor afecto que los hombres, pasa a demostrar la excelencia femenina a lo largo de cincuenta divinas e humanas, verdaderas e non fengidas razones. La organización de esta dilatada lista tiene lugar en el capitulo III. Toda la argumentación esta dominada por el deseo de alabar a las mujeres pero también de vituperar a los hombres. Tanto la laus como la vituperatio obedecían a unas reglas retóricas que se habían fraguado sobre la Institutio oratoria de Quintiliano, y que le servirán al padronés como falsilla para organizar su argumentación. Según Quintiliano, los objetos del elogio y de vituperio se reparten en cuatro grupos como son dioses, hombres, animales y seres inanimados. Juan Rodríguez del Padrón, como buen cristiano, no podía alabar a otro Dios que no fuera el verdadero, pero sí escoge a los hombres (razones 1ª-36ª), a los animales (razones 37ª-38ª) y a los seres inanimados (razones 39ª-43ª) para su argumentación. Y añade la descripción de siete cualidades (razones 44ª-50ª) para completar su defensa. Por tanto, no se puede seguir manteniendo que la argumentación del Triunfo se reduce a una mera recolección de datos deshilvanados, guiada por un afán acumulativo, ya que se organiza siguiendo un potente entramado retórico. Mas allá de la simple identificación de las fuentes textuales que se indican en la obra, que en ocasiones no podrían señalar mas que un conocimiento de segunda mano, se ha tratado de verificar y comentar el engranaje cultural utilizado por Rodríguez del Padrón, ya que cada uno de sus argumentos están inmersos en un imaginario colectivofundamento en la tradición teológica, científica, histórica y literaria- que encuentra en el siglo XV una manifestación literaria que lo acoge. Se incluyen también dos apéndices. En el primero, además de la descripción codicológica de todos los testimonios manuscritos existentes, se presenta el texto del Ms. B. 2705 (The Hispanic Society of America, New York) como base con la que facilitar el acceso a la obra. En el segundo se estudia la traducción francesa de la obra que en 1460 Fernando de Lucena realizó para Felipe III de Borgoña. Por último, los índices finales en los recogen las autoridades y los personajes citados en el Triunfo, se acompañan de una bibliografía en la que se ofrecen las ediciones y estudios citados en la tesis.