Lo invisible y lo infinito. Entre la conciencia humana y la muerte del arte

  1. Casanova Velasco, Tamara
Dirixida por:
  1. Ana Soler Baena Director

Universidade de defensa: Universidade de Vigo

Fecha de defensa: 18 de decembro de 2015

Tribunal:
  1. Jesús Pastor Bravo Presidente/a
  2. Alicia Vela Cisneros Secretario/a
  3. José María Elexpuru Soloaga Vogal
Departamento:
  1. Debuxo

Tipo: Tese

Teseo: 393100 DIALNET

Resumo

«Lo invisible y lo infinito. Entre la conciencia humana y la muerte del arte» tiene seis personajes fundamentales. Lo invisible, lo infinito, el arte, la ciencia y nosotros mismos: los Homo sapiens, algunos de los cuales nos hemos convertido en lo que podríamos llamar «Homo occidental». Los seis personajes principales pueden relacionarse entre sí a través de tres parejas evidentes que, por su parte generan ciertas polaridades específicas. Al mismo tiempo, entre todos son capaces de componer un universo de relaciones e interferencias en el que se matizan algunas cuestiones relacionadas con la conciencia del ser y de un ser muy concreto, el individuo occidental y se responde a la pregunta fundamental formulada desde el campo de las Bellas Artes. ¿Es cierto que el arte ha muerto?, y si no es así ¿Por qué lo escuchamos constantemente? Lo invisible y lo infinito permiten efectuar algunas definiciones concretas, como la de la esencia profunda de la actitud artística, o hilvanar recorridos específicos, como el de la historia de la ciencia y de occidente. Pero sobre todo posibilitan establecer un referente común para elementos en apariencia separados. Lo cierto es que son dos entidades que, a pesar de tener una naturaleza que se opone por principio a la humana, siempre nos han acompañado y es por eso que sintonizar con ellos permite, paradójicamente, hacerlo con nosotros mismos, con quienes fuimos a pesar del tiempo transcurrido y del espacio cambiante. Y aún más allá con la excepcionalidad de la vida y de la vida consciente y reflexiva que, por lo que sabemos, sólo nosotros estamos en disposición de disfrutar. Quizá para conducirnos, finalmente, a la intuición primera de aquellos que construyeron monumentos funerarios alineados con estrellas o que, más específicamente en el occidente de la Grecia clásica, se cuestionaron la naturaleza de los elementos fundamentales y del propio átomo mucho tiempo antes de tener constancia de su efectiva existencia. Lo invisible y lo infinito conforman, finalmente, una dimensión de la complejidad que compartimos con todos los seres y con el Universo. Es en él donde existe el arte como dimensión expresiva inherente a una forma de complejidad específica que, aunque por momentos parezcamos olvidarlo, está inextricablemente sujeta a lo visible del mundo y a la finitud de la vida de la que somos conscientes, más o menos, desde que convertimos el arte en el primer lenguaje.