El horizonte natural. La pregunta como destino del acto creador

  1. Fernández Piñeiro, Uxia
Dirixida por:
  1. Juan Fernando de Laiglesia Director
  2. Olga Méndez Fernández Director

Universidade de defensa: Universidade de Vigo

Fecha de defensa: 01 de decembro de 2015

Tribunal:
  1. Alfonso Masó Guerri Presidente/a
  2. Natividad Bermejo Arrieta Secretaria
  3. Inmaculada Jiménez Huertas Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 391175 DIALNET

Resumo

El acto creador define una voluntad de búsqueda que nace de un anhelo muy próximo a la utopía. La obra quiere ser aquello que se convierte a la vez en palabra y forma. El acto creador se da en la lengua de los poetas -que diría Heidegger-, en aquella lengua que tiene el sabor del origen. Construye un microcosmos ordenado según nuestras propias observaciones que serán proyectadas en la obra; forma y escritura serán pues la misma cosa, serán el resultado de los movimientos del pensar. El horizonte natural origina la necesidad de volcarse hacia una intemperie voluntaria que deviene de una pulsión interior a la que hemos llamado pregunta. El preguntar-se quiere decir hallar refugio para el yo; también procurar la intimidad de la que surge el germinar. Hay algo de ascético en esto, en esta predilección por tras-pasar ese límite al que llamamos horizonte; lugar que es a la vez origen y destino. El horizonte siempre se interpone en el camino del pensamiento, y se convierte en estrategia para llegar a lo natural, esto es: el propio mundo. Lo que el mundo es, debe ser negado para poner en juego los mecanismos del acto creador, que es lo que reconstruye el mundo desde el interior. Lo esencial será pues, para nosotros, en el paroxismo de la crisis, conservar la pregunta para mantener las distancias frente al mundo. Tenemos la capacidad de ponernos al margen, de colocarnos en el umbral y esto nos permite ver amplitud. El aparecer retiene en imagen aquello que podemos recibir desde la perspectiva de la distancia: este es el poder de la poesía (de la obra). El mundo debe desaparecer para renacer en lo poético. La obra busca por encima del mundo y el pensar es ya lugar en sí; espacio de concentración para poder habitar-se, ser, existir. Hay en el acto del pensar -y por tanto del preguntarse- un rigor existencial donde lo superfluo no está, se piensa desde lo primitivo, desde lo originario, desde la simplicidad del esplendor que nos maravilla. La obra debe resituar el discurso ya desde el propio acto de búsqueda. Hay en esto una especie de nomadismo del yo, en el que se va construyendo una forma de vida que germinará en el acto creador.