Origen y evolución de los sistemas de representación en México / Marco Antonio Godínez Enríquez; bajo la dirección de Pablo Gallego Rodríguez.

  1. Godínez Enríquez, Marco Antonio
Dirixida por:
  1. Pablo Gallego Rodríguez Director

Universidade de defensa: Universidad CEU San Pablo

Fecha de defensa: 03 de febreiro de 2016

Tribunal:
  1. Benigno Pendás García Presidente/a
  2. Raquel Escutia Romero Secretario/a
  3. Juan Antonio Hernández Corchete Vogal

Tipo: Tese

Resumo

Como se ha observado, el fenómeno social y político armado de 1910, derivó en la constitución de 1917, originando un salto en el modelo de integrar la representación política nacional, pues manteniendo la división de poderes, tanto el ejecutivo, como la integración del Congreso de la Unión, constituido de manera bicameral, diputados y senadores, habrían ahora de elegirse mediante el voto directo universal y secreto. Sin embargo, el desarrollo cultural, económico y político de la sociedad mexicana, en tanto factores internos, así como la suma de diversos factores de naturaleza externa, llevaron a algunos sectores de la sociedad mexicana a ser cada día más contestatarios respecto de los actos de gobierno, lo que originó la constitución de nuevas organizaciones políticas y partidos políticos que comenzaron a demandar participación en la integración de la representación regional y nacional; como consecuencia de ello, se inicia una reforma electoral que gradualmente tuvo varias adecuaciones a partir de las década de los años setentas, lo que derivó en un sistema pluripartidista y en la adopción del modelo representativo mixto, mediante el cual el titular del poder ejecutivo es electo por mayoría simple y el congreso de la unión, tanto en su cámara de diputados como en su cámara de senadores, se integra mediante dos principios: el de mayoría relativa y el de representación proporcional. Los expertos en materia electoral que hemos traído a cita en el cuerpo de nuestra investigación, nos han explicado que a la fecha no se ha podido implementar un modelo perfecto, y asimismo, han destacado las virtudes y desventajas de los diversos modelos o sistemas de representación que se han implementado en los Estados democráticos modernos, ya sea republicas o monarquías, en que se elige presidente o primer ministro, así como la integración de sus órganos parlamentarios. Tales autores expertos, nos han explicado que los sistemas de representación mayoritaria simple, provocan una sobrerrepresentación, ya puede darse el caso, que cuando en una contienda electoral participan varios partidos políticos o contienden varios candidatos, el que obtiene la mayoría simple pude representar a la minorías del electorado, pues la mayoría del electorado al haber fraccionado su voto en los demás partidos o candidatos, no se verá representada. El surgimiento de las fórmulas de representación proporcional sin duda ha tenido el propósito de incorporar a la integración de la representación política a las expresiones minoritarias, lo cual nos parce que constituye un avance en el propósito de construir una mejor democracia, sin embargo, la aplicación de las formulase para integrar la referida representación en no pocas ocasiones permite que a la representación se integren personajes que se encuentran casi nada o nada identificados con los lectores, como es la caso de la representación proporcional incorporada a través de la elección mediante listas plurinominales, las cuales por lo regular integran los dirigentes de los partidos políticos, o aquellos actores políticos que inciden con peso determinante sobre las decisiones de las oferta electoral. Solo a manera de ejemplo sintético es que citamos lo anterior, pues consideramos que en el cuerpo del presente trabajo se ha descrito con mayor amplitud. Así entonces, consideramos que el modelo de representación política que se aplica en México, no resulta ser democráticamente equitativo, desde luego, tomando en cuenta que no resulta fiel de manera proporcional a la voluntad popular expresada en las jornadas electorales. de ahí, precisamente que pensemos que el desarrollo democrático de la sociedad cada vez mayor informada y cada vez más participativa, demanda de un modelo de representación política, mediante el cual, su voluntad expresada en las urnas, se acerque con mayor fidelidad al contenido de la integración representativa. De ahí, que en el Capítulo que hemos denominado: “propuestas”, nos aventuramos a realizar, al respecto de lo aquí expuesto, una propuesta, que si bien entendemos que resultaría un tanto incómoda para los partidos políticos hegemónicos en el poder, ello no significa que no tenga desde el punto de vista de la racionalidad y de la equidad democrática una validez y una viable aplicación. RESUMEN DE PROPUESTA. Primeramente debemos dejar sentada una premisa, la cual en nuestro juicio es fundamental para poder conceder atención, a nuestra propuesta. Esta estriba en que, por lo menos por ahora, no encontramos la fórmula de un sistema perfecto, que pueda ofrecer solo ventajas a un modelo democrático de representación, pues todos los mecanismos que puedan instituirse para ello, contendrán algunas ventajas, pero también algunas desventajas, bien para la población electoral (nación) o bien para el grupo en turno o hegemónico en el poder político del Estado. Así entonces, si partimos de la idea de que un Estado democrático que busca el perfeccionamiento de sus instituciones políticas, sociales y jurídicas, debe construir un sistema representativo que posibilite que los mecanismos mediante los cuales se realiza el ejercicio electivo para integrar los órganos que tendrán a su cargo las funciones fundamentales del Estado, en el cual la voluntad electoral se traduzca en legitima y autentica representación. Sería de esperarse que el tema de la hegemonía o llamado cláusula de gobernabilidad quedara en segundo término frente a la necesidad de una fiel representación democrática. Apostar a la madures de la pluralidad representativa en su justa dimensión, puede resultar a mediano plazo, una decisión conveniente para el sistema democrático. En consecuencia de lo anterior, y tratando de que, lo aquí planteado, pueda por lo menos generar una crítica reflexiva, proponemos lo siguiente. Para la integración de la cámara de diputados, desaparezca el modelo de elección mediante el principio de mayoría relativa, pues como ya ha quedado sentado, este modelo generalmente va a producir una sobrerrepresentación; condición que es contraria a la auténtica equidad representativa, pues el voto ciudadano, no se ve reflejado fielmente en la integración de los órganos institucionales. De esta manera se propone que el ámbito federal, la cámara baja se continúe integrando con 500, diputados, asignándole a cada entidad federativa un número de diputados lo más equitativo posible, de acuerdo con el porcentaje de ciudadanos inscritos en el padrón electoral de la entidad, respecto del número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral nacional. Actualmente en nuestro país, el número de diputados que integran la cámara es de 500, de los cuales se eligen 300 por el principio de mayoría relativa, votados en 300 distritos uninominales y 200 por el principio de representación proporcional, votados en cinco circunscripciones regionales plurinominal, mediante lista de 40 candidatos que postula cada partido, y que la asignación de los mismos corresponde al orden de la lista registrada. Cada entidad federativa y el distrito federal, se convierta en una circunscripción específicamente para efectos de la integración de la representación que habrá de integrar la Cámara de Diputados, de manera que actualmente en México, al existir 31 entidades federativas, más el distrito federal, con el cual suman 32 entidades, se instituyan en 32 circunscripciones electorales. Los partidos políticos que de acuerdo con las normas reglamentarias tengan derecho a postular candidatos pata integrar la cámara de diputados, registren una lista en orden alfabético, con el número de candidatos que haya correspondido a la entidad federativa de que se trate. La lista de candidatos registrada por cada partido, sea votada por el electorado en la jornada correspondiente, de manera diferencial, de suerte tal, que el elector pueda elegir al emitir el sufragio el orden de los candidatos que integran la lista. Esto permitiría que el elector pudiere elegir tanto al partido de su preferencia, como a los candidatos de cada partido de su preferencia. De la votación total valida obtenida en la jornada electoral, se obtenga un cociente electoral que resulte de dividir el número total de votos válidos de la circunscripción, entre el número de escaños que corresponden a la misma, para en consecuencia, una vez obtenido el cociente electoral, se asigne a cada partido político un número de diputados igual a tantas veces quepa el cociente electoral en la votación que haya obtenido, atendiendo en tal asignación al orden en que hayan sido votados los candidatos por el electorado. Una vez agotada la asignación bajo este procedimiento, si quedaren escaños por repartir, en un ejercicio de segunda asignación, estos se distribuyan, a los partidos políticos, siguiendo el principio de resto mayor, es decir, de acuerdo con la cantidad mayor de votos que no se hayan considerado en la aplicación, de la distribución de escaños por cociente electoral. De esta manera cada entidad federativa aportara al Cámara federal de diputados el número que le corresponde, atendiendo a la proporción que cada partido haya obtenido, lo cual privilegia el acercamiento a una más equitativa representación proporcional, que desde luego, resulta ser mayormente fiel a la voluntad electoral expresada. Por supuesto, en esta propuesta a los candidatos independientes se les dificultaría más el acceso a un escaño, pues tendría que obtener el porcentaje de votos mínimo relativo para acceder en las mismas condiciones que cada Partido político a los espacios de representación, lo cual parece justo y equitativo a luz de la competencia electoral.