Inequality, poverty and mobilitychoosing income or consumption as welfare indicators

  1. Río Otero, Coral del
  2. Cantó Sánchez, Olga
  3. Gradín Lago, Carlos Manuel
Revista:
Papeles de trabajo del Instituto de Estudios Fiscales. Serie economía

ISSN: 1578-0252

Ano de publicación: 2004

Número: 18

Páxinas: 1-52

Tipo: Artigo

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Resumo

La literatura sobre desigualdad y pobreza ha abordado tradicionalmente un riguroso análisis de la sensibilidad de sus resultados respecto de importantes decisiones metodológicas en la medición del bienestar individual como son la elección de un determinado indicador de bienestar (renta o gasto), de una escala de equivalencia familiar o de un periodo de medición concreto (semana, mes, trimestre o año). En general, los trabajos que lo analizan discuten tanto los problemas teóricos como los efectos empíricos de cada elección en el nivel y evolución de la desigualdad existente en un determinado territorio y en la incidencia, intensidad y caracterización de la pobreza. Recientemente, la literatura sobre estos temas ha comenzado a desarrollar una importante línea de investigación centrada más bien en la dinámica de la distribución de la renta, es decir, la movilidad intradistribucional de los individuos a lo largo del tiempo y que también añade la dimensión de persistencia o duración al fenómeno de la pobreza. En este nuevo contexto, creeemos que es importante que los investigadores sean conscientes de las posibles consecuencias que las decisiones metodológicas adoptadas pueden tener sobre estos nuevos análisis que toman una perspectiva dinámica. Entre todas las decisiones, la de elegir el indicador de bienestar es especialmente relevante ya que desde el primer momento del análisis debemos decidir qué queremos medir. En principio, parece natural medir el bienestar individual como la suma de las rentas disponibles de todos los miembros un hogar común (es decir, asumiendo que existe un derecho a un nivel de recursos mínimo), también porque es fundamentalmente a través de los ingresos que los individuos acceden a lo que denominamos bienestar. De hecho, la mayor parte de la literatura sobre distribución elige el ingreso familiar para comparar resultados de desigualdad y pobreza entre países. En cualquier caso, podríamos argumentar también que para medir el bienestar individual podría ser más adecuado utilizar como indicador la suma de los consumos de todos y cada uno de los miembros del hogar (es decir, asumiendo que hay una fuerte correlación entre bienestar y nivel de vida), dado que, por ejemplo, este indicador podría aproximarse mejor a un concepto de bienestar permanente. Desde nuestro punto de vista, cada indicador tiene ventajas e inconvenientes y, más bien, nos parece importante analizar los efectos que el uso de uno u otro podría tener sobre los resultados referentes a la dinámica de la distribución que estudiemos. Ese es el objetivo de este trabajo. 18 La escasez de artículos que planteen este análisis ha sido, hasta ahora, la falta generalizada de microdatos fiables que recojan información de ambas variables junto con aquella referente a las características de los hogares. En este trabajo utilizamos una base de datos particularmente adecuada a este análisis: La Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (ECPF). Este panel de datos nos proporciona información trimestral detallada sobre los ingresos y los gastos de los hogares españoles desde 1985 a 1995. Con esta fuente podemos reconstruir los ingresos y los gastos del hogar a lo largo del año y, además, considerar incluso el uso de periodos de medición sub-anuales. Nuestros resultados indican que, en contraste con las sugerencias de gran parte de la teoría, la desigualdad de gasto observada en los hogares españoles es igual o mayor que su desigualdad de ingreso. Además, la evolución de la desigualdad de gasto en España durante el periodo analizado (1985-95) parece significativamente distinta de la experimentada por la desigualdad de ingreso en el mismo espacio de tiempo. La incidencia de la pobreza utilizando gasto como indicador del bienestar es, casi consistentemente a lo largo de todo el periodo, más alta que cuando usamos ingreso. Si dibujamos ambas distribuciones concluimos que los hogares españoles clasificados como pobres de gasto están más concentrados en el extremo inferior de la distribución (es decir, en la extrema pobreza) que aquellos clasificados como pobres de ingreso. Este resultado es consistente con los obtenidos por Slesnick (2001) que indican que los pobres de gasto en EEUU están menos educados, tienen menos bienes físicos y su gasto relativo en necesidades básicas es mayor que los pobres de ingreso. Respecto a los efectos de la elección de indicador sobre la movilidad intradistribucional tenemos también que, contrariamente a lo que uno podría esperar a partir del modelo de ciclo vital, los ingresos del hogar registran una menor movilidad que los gastos. Además, la eliminación de gastos más bien duraderos del indicador como la inversión en vivienda o en medios de transporte no reduce de forma muy significativa esta alta movilidad del gasto familiar. Este resultado se confirma, además, a través de una amplia batería de índices de movilidad y no cambia cuando consideramos hogares en diferentes momentos de su ciclo vital al seleccionar grupos de hogares por la edad del sustentador principal. Parece, así, que, para el caso español, tendríamos que reducir el número de gastos que incluimos como no duraderos en el indicador de consumo para conseguir un resultado de menor desigualdad y movilidad del gasto familiar frente al ingreso. Esto, claramente, puede ser una opción deseable para otro tipo de análisis económico pero considerando que nuestro objetivo es buscar un buen indicador del bienestar individual, no nos parece que sea conveniente reducirlo al consumo de alimentos, bebidas, tabaco, energía y poco más